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martes, 24 de mayo de 2011

La superioridad biologica de la hembra. Racismo progresista.

Richard Herrnstein y Charles Murray publicaron en 1994 un libro que causó un enorme revuelo. No solo en Norteamérica, sino en todo el mundo. En contra, sobre todo. Incluso se creó en Estados Unidos un comité para analizar el libro por si pudiera ser constitutivo de algún tipo de atentado a los derechos humanos y a la igualdad racial.

El libro se llamaba The Bell Curve y su contenido fue calificado por algunos como "la nueva ofensiva racista". La tesis que dio lugar a tanto escándalo era la de las diferencias genéticas entre razas; básicamente, entre los blancos y los negros. Los autores revisaron los datos del Estudio Longitudinal Nacional de la Juventud, realizado regularmente por el Gobierno estadounidense, y observaron diferencias en los resultados de los test de inteligencia de negros y blancos. Los resultados de los blancos eran mejores que los de los negros. A partir de estos datos, los autores afirmaron que la inteligencia se hereda en un porcentaje de casos que se sitúa entre el 40 y el 80 por 100, y que las diferencias no solo se explican por factores externos como la dieta y la educación, sino también por el componente innato, biológico, heredado. Y ahí estaba el escándalo, puesto que, según Herrnstein y Murray, las diferencias entre negros y blancos en los test de inteligencia a favor de los segundos se deben también a los componentes innatos. O, lo que es lo mismo, a la superioridad biológica de los blancos.

La repercusión del escándalo alrededor de The Bell Curve tuvo bastante que ver con el prestigio científico de los autores y con la consistencia argumentativa, respetable, al menos, del libro. Sus teorías tenían la suficiente enjundia intelectual para ser discutidas. Pero, sobre todo, el meollo de todo el debate estaba en el tabú que los autores habían transgredido al plantear una posible superioridad intelectual de base genética de los blancos sobre los negros.

Es bien sabido que tamaña teoría es indefendible desde el punto de vista ideológico en la comunidad científica y en la comunidad democrática. Pero no tanto porque existan también muchas teorías y evidencias científicas en contra. Esa razón por sí sola no evitaría la aparición de teorías contrapuestas. El tabú alrededor de la tesis de las diferencias biológicas entre negros y blancos se debe al hecho de que los grupos racistas y la propia discriminación racial ejercida en su tiempo en algunos países, Estados Unidos entre ellos, contra los negros, sostenía esa supuesta diferencia biológica. La biología se había usado o manipulado al servicio del racismo, por lo que su uso, sospechoso, quedaba proscrito de la investigación.

Dado que la ciencia se puede manipular en cualquier dirección, también en la del racismo, cabe reconocer un sustento ético sólido en el tabú. También resulta comprensible el enorme revuelo causado por The Bell Curve. Por las mismas razones, sin embargo, lo que resulta extraordinariamente llamativo es el alto grado de aceptación y la popularidad que han alcanzado otras teorías sobre la superioridad biológica. En otro campo, claro está.

Me refiero a la superioridad biológica de las mujeres. Aquello que en relación con los negros es un atentado contra la democracia y los derechos humanos, se convierte en una interesante, sugerente y progresista teoría cuando de diferencias entre hombres y mujeres hablamos. A pesar de que el determinismo biológico, la capacidad de manipulación y, sobre todo, el mensaje de inferioridad sobre otros grupos, en este caso, el de los hombres, sea exactamente el mismo.

Ashley Montagu fue un antropólogo y biólogo británico, nacido a principios del siglo XX en Londres, bajo el nombre de Israel Ehrenberg. Desde muy joven tuvo instinto para la comunicación y la publicidad, por lo que se cambió el nombre al mucho más comercial de Ashley Montagu. Pero, además, era un antropólogo con ideas renovadoras y con valentía para romper algunas de las barreras culturales del siglo en el que le tocó vivir. Montagu fue conocido por cuestionar la validez de la raza como concepto biológico. Pero también por publicar en 1953 The Natural Superiority of Women.

El mismo antropólogo que cuestionó el concepto de raza y las teorías de las diferencias raciales, teorizó, en cambio, sobre las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Y, lo que es aún más interesante, sostuvo la superioridad biológica de ellas sobre ellos. Según Montagu, las mujeres tenemos un sistema inmunológico más poderoso que nos protege mejor y nos permite también una recuperación más rápida de la fatiga, la enfermedad, un shock o el hambre. Nuestro cerebro, por otra parte, es más pequeño que el de los hombres, pero con mayor coordinación entre los hemisferios y, como consecuencia, más desarrollado estructural y funcionalmente, y capaz de pensar de manera más profunda e intuitiva que el cerebro masculino. El resultado de todo ello es, según Montagu, que las mujeres somos más perspicaces y tenemos más resistencia y longevidad.

Después de la parte biológica llegaba la ideológica y la política, si damos por supuesto, claro está, que lo relatado más arriba fuera puramente biológico. Montagu proponía una reconstrucción de los valores y la cultura de la sociedad estadounidense en la que el dominio físico, la agresividad y el consumismo dieran lugar a otros atributos humanos y habilidades. ¿Cuáles? Los femeninos, claro está, o lo que Montagu consideró femeninos. Y aquí pasamos a los valores del autor sobre la condición femenina, el objetivo de la supuesta superioridad biológica. Sencillamente, la maternidad. Según Montagu, la renovación de la cultura estadounidense será protagonizada por las mujeres, puesto que ellas serán las únicas capaces de aportar un nuevo espíritu humanitario, ya que están mejor dotadas para ese fin, por el amor de la madre hacia su hijo.

Dejemos a un lado por el momento la vuelta de Montagu a la tradición a través de la supuesta revolución, o la proclamación de su superioridad biológica en contra de la proclamada superioridad masculina a lo largo de los tiempos para acabar instalado, Montagu y, con él, las mujeres, nuevamente en la tradición. Es decir, en la maternidad, en la función esencial de las mujeres en la historia de la humanidad, la misma que justificó su apartamiento de la igualdad.

Lo más interesante de esta teoría de la superioridad biológica de las mujeres es que no solo no fue rechazada en su tiempo por su biologicismo discriminatorio, sino que ocurrió todo lo contrario. El libro ha sido reeditado varias veces, y una parte significativa de las mujeres y, sobre todo, del feminismo, lo ha recibido con los brazos abiertos. El pacifismo genético al que me refería en el capítulo anterior o las teorías del nuevo liderazgo femenino, también analizados en otro capítulo, tan populares en el feminismo, son una estela de la teoría Montagu.

La teoría de la superioridad biológica de las mujeres no ha causado ningún tipo de escándalo entre todos aquellos que han cuestionado las diferencias entre razas y que sí se han sentido escandalizados por las teorías sobre la superioridad de unos grupos étnicos sobre otros. Tampoco entre las propias feministas, entre las mismas que sí han denunciado, en cambio, cualquier pretensión de una superioridad biológica masculina.

Hay una razón política e histórica que explica estas contradicciones. Los hombres no han sufrido discriminación en tanto que hombres. La han sufrido, como las mujeres, por otros muchos motivos: su ideología, su raza, su religión o su clase social. Pero no han sido discriminados por ser considerados menos aptos o inferiores que las mujeres. En su caso, no se ha producido una discriminación política y social sustentada, entre otras cosas, en la biología. Y en las mujeres, sí. Lo mismo que entre los negros y algunos otros grupos étnicos. Biología y política han sido conectados para justificar la dis-criminación. Por lo tanto, la biología ha pasado a ser políticamente peligrosa.

Como no ha ocurrido así en el caso de las mujeres, la biología utilizada en el mismo sentido, en la sustentación de una supuesta superioridad biológica, no solo ha sido considerada inocua, sino también políticamente simpática. Atractiva, políticamente correcta, aceptable, original, rompedora. Y el resultado es otra incongruencia feminista con la que convivimos en las sociedades avanzadas. Escándalo mayúsculo si alguien defiende o, simplemente, balbucea la posibilidad de cualquier tipo de superioridad masculina en cualquier campo, por muy nimio que sea. Feliz celebración y regocijo si quien defiende o balbucea la superioridad biológica lo hace a favor de las mujeres.

El filósofo Fernando Peregrín puso de manifiesto las contradicciones de ese feminismo cuando resaltó que hay corrientes del feminismo que miran con recelo a Darwin y que consideran que el neo-darwinismo está sesgado por el sexismo, pero que, al mismo tiempo, han abrazado la creencia de la superioridad biológica de las mujeres para luchar contra lo que conciben como consecuencia del neodarwinismo y su propuesta de supervivencia del más fuerte, es decir, la dominación histórica de las mujeres por los hombres en las sociedades patriarcales (1).

No se trata de rechazar aquí las investigaciones de la biología o los descubrimientos de la genética. Debemos estar atentos a todo aquello que la investigación sobre nuestra naturaleza biológica pueda decirnos. De lo que se trata es de que apliquemos los mismos criterios a todas las investigaciones y a todas las conclusiones, sean o no agradables para cada grupo social. No descarto la posibilidad de las diferencias biológicas, entre grupos étnicos o entre sexos. Si las investigaciones que las sustentan son rigurosas, deben ser atendidas. Pero tanto si las diferencias son "a favor" como si son "en contra".

NOTAS DE "LA COARTADA DE LA DISCRIMINACIÓN"

(1). Pascal Bruckner, La tentación de la inocencia, Anagrama, Barcelona, 1996, pág. 31.
(2). En el Libro Negro de la Condición de la Mujer, dirigido por Christine Ockrent, Aguilar, Madrid, 2007, pág. 86.

NOTAS DE "RACISMO PROGRESISTA"
(1). Fernando Peregrín, "Evolucionismos heterodoxos", Letras Libres, diciembre de 2004.

Articulo: http://www.elcultural.es/ 06/03/2008

Publié par Azul@rte à l'adresse 01:12
Libellés : España


Alephgaia:
Aquí queda expresado más claro que nunca el nivel de manipulación que el feminismo ejerce sobre muchos asuntos. Cuando les convienen, aceptan teorías que dejan en buena posición a las mujeres; pero rechazan y critican las otras teorías que puedan dejar en mejor situación a los hombres.
Si la superioridad de un individuo viene dada por su "superioridad biológica" porque resiste mejor a las enfermedades, porque su sistema inmunológico es más fuerte, porque posee un mayor aguante hacia el hambre etc. Entonces tendríamos que revisar todas nuestras convicciones y aceptar que cualquier animal es superior a nosotros. Está claro que cualquier animal es "biológicamente superior" al ser humano, pero eso no lo hace en un Ser superior al humano en todos los niveles.
En estas teorías ultrafeministas se anula la capacidad masculina para la ternura, el amor hacia los hijos, la sensibilidad, todos sus más nobles sentimientos, que solo conceden a la mujer.
Por otra parte, ¿por qué cuando se exponen las diferencias en el cerebro entre los dos sexos, siempre se resalta, recalca, se sublima y se promociona aquellas ventajas femeninas sobre las masculinas, y se anulan, callan y silencian las ventajas del cerebro masculino sobre el femenino: mayor capacidad matemática, mayor capacidad contra el stress, mayor capacidad para resolver problemas de forma inmediata, mejor manejo espacio-temporal etc...?
Como consecuencia de estas teorías feminazis el Estado, al menos aquí en España, ha elaborado un nuevo sistema de leyes discriminatorios para el hombre, resultando en más represivo y punitivo para él, dando como resultado los desmanes y aberraciones judiciales que ya todos conocemos.

viernes, 20 de mayo de 2011

“Las mujeres que no amaban a los hombres” es la nueva apuesta de Editorial Almuzara

Las mujeres que no amaban a los hombres es el nuevo ensayo que acaba de publicar la editorial Almuzara sobre la controvertida Ley de la Violencia de Género.
Una obra de Diego de Los Santos, cofundador del Partido Andalucista y ex-adjunto al defensor del Pueblo Andaluz, en la que narra situaciones inverosímiles provocadas por la citada ley, cuyo origen, a juicio de autor, están motivadas por el nacimiento de un nuevo fundamentalismo radical, el feminismo de género aliado con el poder político, el cual está provocando un retroceso en materia de derechos fundamentales que no tienen paragón en nuestro entorno occidental.

Según Diego de los Santos, cuando más del 12% del total de reclusos en las cárceles españolas lo son por aplicación de la Ley de Violencia de Género, cuando esta norma acumula más de doscientos recursos de inconstitucionalidad —algo insólito en la historia de nuestra democracia—, cuando prestigiosos juristas afirman que dicha ley viola el principio constitucional de igualdad, el derecho a la presunción de inocencia, a la dignidad de la persona y a la tutela judicial efectiva, cabe concluir que “algo muy grave está ocurriendo”.

Asimismo, el ensayo recoge que una de cada cuatro separaciones se articula a través de denuncias por malos tratos, en muchas ocasiones falsas o abusivas, que se omiten de forma sistemática ya que la oficialidad lleva a cabo un protocolo destinado a imponer mediáticamente determinados puntos de vista alejados de la realidad que perciben los ciudadanos. Así, de Los Santos afirma que el feminismo radical se oculta tras una falsa aspiración de igualdad, y por lo tanto tras un falso deseo de emancipación, porque más allá de la independencia de la mujer respecto al varón, reclama su condición de mujer dependiente y sus correspondientes privilegios frente a un nuevo supermacho: el Estado democrático, al que controlan con la manipulación del voto femenino.

Ante la avalancha de denuncias de fraudes o abuso legal que se está produciendo por parte de los afectados por la norma -según el ensayista cada ciudadano español o ciudadana española conoce uno-, las bases sobre las que se articula la Ley de Violencia de Género empiezan a resquebrajarse. El autor comenta que “primero lo denunciaron jueces como el Magistrado de Familia Francisco Serrano, uno de los colaboradores del libro, después los medios de comunicación quienes han dado voz a estremecedores relatos sobre denuncias falsas y por último la asignatura pendiente son los políticos, que miran hacia otro lado por cuestiones demoscópicas”.

Diego de los Santos fue Jefe de Sección del Departamento de Cirugía del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla desde 1968, y Profesor de Cirugía desde 1980; concejal de los Ayuntamientos de su pueblo natal, El Viso del Alcor, y Sevilla, donde fue también Diputado Provincial. Diputado a Cortes (1978-82) y Eurodiputado (1989-93). Fue Adjunto al Defensor del Pueblo Andaluz durante más de ocho años. Su compromiso con la Sanidad Pública lo llevó a la participación política en la transición democrática y autonómica, desde su experiencia formativa en Alemania y Suiza, siendo cofundador del Partido Andalucista. Desde la por lucha contra la desigualdad territorial, de Los Santos irrumpe ahora en la lucha contra la desigualdad de género. Es autor de los libros Andalucía en Europa y Carlos Cano.


http://www.diariodelasierra.es/2010/02/15/las-mujeres-que-no-amaban-a-los-hombres-es-la-nueva-apuesta-de-editorial-almuzara/

lunes, 16 de mayo de 2011

Reacondicionamiento Feminazi

Se está perpetrando en España -e igual sucede en el resto de los Estados occidentales con desigual intensidad- un adoctrinamiento surgido de ese neofeminismo inspirado por las nuevas líderes de este movimiento social tornado en extremista.
Queda ya perfectamente claro que el feminismo basa su ideología en una idea fundamental sobre la que las demás ideas orbitan y se nutren: "la mujer es superior al hombre". Y desde que abiertamente declararon esta máxima ya asimilada por este movimiento fundamentalista, se desviven por hacernos entender a toda la sociedad: mujeres y hombres, que esto es así. Han confeccionado de este modo un "vademecum" ideológico indiscutible que resulta excluyente, represivo y por lo tanto carente de justicia e intención de igualdad. Se trata de una revolución -involución- silenciosa que envilece la condición humana.
La sociedad se deja llevar por los acontecimientos. Es la posición cómoda y no beligerante de individuos que sufren una gran cantidad de problemas personales para tener que posicionarse, gastar energías y tiempo en defenderse de estas ideas disfrazadas de justicia e igualitarismo. La masa humana es conformista, manipulable, y se adhiere fácilmente a una tendencia mayoritaria cuando ésta se ofrece a machacamartillo. A ello sumamos la gran presión informativa y formativa de opinión pública que ejerce los medios de comunicación, muy principalmente la TV consumida diariamente por millones de personas. La TV se está convirtiendo en el gran arma de difusión de este nuevo dogma. Desde la TV se adoctrina, se imponen pautas de conductas, se "educa" la forma de pensar y se indica sutilmente cómo debemos actuar.

El feminismo alega, para convencer al poder, que es necesario proteger a la mujer de los varones violentos e impositivos que censuran a la mujer, la someten y coartan sus posibilidades como personas. Utiliza una realidad conocida que todos aborrecemos: el sometimiento que la mujer ha sufrido durante la Historia y el lugar secundario que hasta ahora ocupaba, para introducir subrepticiamente la verdadera ideología que quieren expandir. Con la exigencia, totalmente lógica y justa de querer arreglar esta injusticia secular, y que se torna indiscutible por sus pretensiones, logran el apoyo incondicional de los distintos gobiernos e instituciones.
Pero tal como si de un caballo de Troya se tratara, insertan sus verdaderas intenciones sutilmente entre los resquicios de esta "lucha justa", porque en realidad no va dirigida toda esta política reivindicativa hacia la disuasión de los hombres violentos, sino que va dirigida a todos los hombres, violentos o no, porque aseguran que el varón es violento, impositivo y coartante por naturaleza y que no lo puede evitar. Se ha difundido una frase lapidaria con la que intentan imponer esta idea: "Todos los hombres son iguales".
Para que este adoctrinamiento, sutíl a veces, y dramático en algunos otros casos -a tenor de los resultados tras su puesta en marcha-, resulte aceptado en los más amplios sectores sociales, se recurre a una suerte de reacondicionamiento educacional mediático que les están proporcionando magníficos resultados. Porque frases lapidarias no cesan de ser lanzadas a los medios como si de mandamientos de una nueva fe se tratara: convierten una tendencia natural en un defecto insalvable, "los hombres no saben hacer dos cosas a la vez" -y además nos lo creemos-; "los hombres tienen el cerebro entre las piernas", según este neofeminismo se ha demostrado que pensamos en el sexo !cada 5 minutos!, qué dificil se nos tiene que hacer el trabajar a diario con tal presión sexual... los compositores con su música, los pintores con sus cuadros, los escritores con sus novelas, los cirujanos con sus operaciones, los pilotos con sus aviones... !cómo pueden concentrarse!??; "los hombres son seres simples", ya te digo, para ejemplificarse esta idea supongo que mentalmente se acordarán de ese albañil que la piropeó cuando pasaba por la obra, y lo compararán con aquella abogada que la asistió aquella vez, !qué diferencia tan grande hay entre un hombre y una mujer!. Una muestra más del extremismo al que están llevando esta sinrazón: "el hombre fuma por vicio, la mujer por placer". En un encuentro feminista, creo recordar que en Jerez, se llegó a muchas conclusiones, entre ellas que, "el hombre (género máculino) es perjudicial para el medio ambiente". Lo verde vende, y quieren apuntarse al carro del ecologismo. Aseguran que los hombres somos los reponsables de esta situación medioambiental y que la solución solo la tienen las mujeres. De ahí esa nueva subtendencia denominada "ecofeminismo". Todos los males del mundo son resultado del mal hacer de los hombres. El mundo está así de mal porque los hombres no saben hacerlo de otra manera. Para ellas, la mujer, en este sentido no ha tenido ninguna influencia en la Historia, pero cuando se trata de hablar de un acontecimiento histórico positivo protagonizado por un hombre, también tienen una frase que pretende robar ese positivismo: "detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer". Es decir, incluso en estas situaciones se les quiere quitar el mérito al hombre.
Y así el compedio de frases lapidarias, de reglas generales, de mandamientos de fe, aumentan día tras día para hacernos comprender lo inferiores que son los hombres respecto de las mujeres.
Tal y como ha ocurrido en ciertos momentos fatídicos de la Historia humana, aparecen individuos que creen tener la verdad, la razón y lo que es bantante más peligroso aún, la superioridad natural sobre otros seres. Este hecho ocurre ahora mismo, ante nuestros ojos, en nuestro vivir diario; a veces sin percatarnos de su intensidad y sus últimas intenciones.
Tenemos a este respecto multitud de ejemplos, por desgracia. Cuando cualquier "iluminado" accede al poder de una nación, ya sea en su papel de dictador por inspiración divina, o de invasor impositivo, o incluso como monarca deseado... es decir, como personaje despótico que cree ser el enviado de Dios o de la Providencia, hacen ejecutar nuevas disposiciones para lograr que sus súbditos abracen su nueva "fe", su nueva ideología, según ellos más cercana a la razón y a la verdad. Para ello no solo han impuesto nuevas formas de pensamiento y comportamientos sino también han intentado borrar parte de la historia acontecida cuando ésta suponía una traba para la aceptación de su dogmas, y han creado otra nueva inventado episodios que nunca sucedieron. Desde los antiguos faraones egipcios quienes, una vez llegados al poder, hacían lo imposible por borrar de la historia el recuerdo de los anteriores monarcas; hasta los dictadores actuales quienes no les he posible crear una nueva sociedad sin antes haber manipulado la historia o borrado aquella parte que no les beneficia para así poder justificar la suya; pasando por el triste y oscuro capítulo nazi convencidos de ser la raza superior y bajo este convencimiento intentar someter y exterminar a las razas inferiores, la manipulación ha sido siempre un arma muy eficaz para imponer políticas extremas. Y esta es la mejor forma de volver igualmente extremos a quienes las aceptan bajo el convencimiento de que lo que hacen es lo correcto.
   Hoy por hoy en España no se puede hacer la menor crítica al género femenino, de lo contrario te encontrarás en serias dificultades. Convencidas y convencidos de que son más inteligentes que los hombres, más valientes, más fuertes, más trabajadoras, más responsables, más emotivas, más justas, más equilibradas, mejores conductoras, mejores amantes, mejores amigas, mejores ciudadanas, mejores empresarias, mejores... y todos los adjetivos positivos que te puedas imaginar. Entonces, ¿qué les queda a los hombres?; mejor no les preguntes si no quieres hundirte en la miseria. En los hombres, supongo reconocerán si acaso, su mayor fuerza bruta, y no en todos los casos, por supuesto. Y si a las mujeres no se les puede hacer la menor de las críticas, por el contrario, criticar, humillar y despotricar de los hombres se considera un ejercicio de libertad, modernidad y avance.
En los medios es cada vez más frecuente ver películas de mujeres piratas más valientes que ellos, de mujeres guerreras más audaces que ellos, de batallas históricas que se ganaron gracias a ellas, de mujeres bandoleras más inteligentes que ellos, de mujeres gobernantes más justas que ellos... se está "rehaciendo la historia" inventando un personaje femenino histórico siempre superior al masculino. Y así lanzan a la vez un mensaje a los hombres: "mira lo que una mujer puede hacer contigo si te posicionas en su contra". Así intentan fomentar el miedo hacia ellas, y la violencia hacia ellos. Ya estos grupos feministas defienden que en la prehistoria, en aquella sociedad matriarcal idílica, era la mujer quien, no solo cuidaba de los hijos y cultivaban los campos -para ellas la auténtica creadora de la agricultura- sino que están convencidas de que todas las formas artísticas acontecidas en estos tiempos pretéritos fueron obra de la mujer. Las pinturas rupestres, la creación de abalorios, cerámicas, herramientas, el papel de chamana, todo lo espiritual ect. es decir, todo lo que sublima al ser humano como humano y nos eleva del ser primitivo, ahora quieren hacernos creer que fue única y completamente ideado y facturado por la mujer. !Eso es reconstruir la Historia para sostener sus postulados!. ¿Y los hombres qué hacían entonces? Pues solo lo que saben hacer las bestias primitivas, cazar y hacer hijos. Y si les consultamos sobre el futuro del género masculino, ya lo tienen claro: "los hombres en el futuro solo entenderán de fútbol", dicen totalmente convencidas. La cultura, la economía, la sociedad, el gobierno... estará en manos de la mujer según las previsiones feministas. Aunque esto me suena más que a una predicción de futuro, a un deseo irrenunciable para ellas.
Para mi queda absolutamente claro que la visión de estas ideólogas feministas radicales se extiende como la pólvora gracias a los medios, y que esta ideología está siendo impuesta al resto de las mujeres, y también de los hombres, como el auténtico feminismo de futuro.
Los varones, persuadidos por las buenas intenciones de este feminismo, y amenazados de ser tachados de machistas retrógrados con intenciones de sometimientos hacia la mujer, pretenden liberarse de esta etiqueta infame aceptando firmemente que creen en el feminismo, que se adhieren a sus preceptos y que lucharán igualmente por la causa. Contestar al feminismo en lo más mínimo, significará por tanto para ellos ser considerados antifeministas; es decir, que están en contra de su lucha, de su liberación como mujer, de su igualdad con los hombres. El feminismo de este modo se ha vuelto incontestable, a riesgo de parecer, quien lo contradiga, estar contra los derechos básicos de la mujer. Y con este tipo de represalias han conseguido que ningún hombre cuestione argumento feministas alguno, aun cuando estos resulten perjudiciales para ellos. La intensidad de la manipulación feminista es tal que incluso muchos de ellos están convencidos de que realmente son inferiores a ellas y lo proclaman felizmente; algo que ni siquiera ocurrió en la Alemania nazi. Ningún judío aceptó ser inferior a los germanos agresores. Tampoco sucedería en la época colonial americana en la que los negros exportados de Africa eran exclavizados por los blancos como seres inferiores. No obstante, los medios de comunicación, manipuladores por naturaleza, sí están consiguiendo que esta aberrante idea se asiente en nuestros cerebros; tanto de hombres como de mujeres. Es una constante el hecho de que los hombres siempre aparezcan en las películas, anuncios, dibujos, concursos, novelas, noticias... como seres tontos, malos o cobardes, siempre en referencia a la mujer.
El neofeminismo, una vez asegurado el convencimiento de la inmensa mayoría de la sociedad de la bondad de sus intenciones, y erradicados los posibles brotes de rebelión contra la nueva "revolución liberadora", se consagra en la imposición de sus ideas a través de los resortes legislativos, judicial y ejecutivos que a todos nos gobiernan. Estos poderes convencidos del grado de justicia que suponen sus reivindicaciones, hacen suya esta ideología que superficialmente dice, "luchar por igualar los derechos de ambos sexo", pero que transigen a la hora de imponer leyes más represivas hacia los varones, siendo éstos tratados por el Estado a todos los niveles como auténticos parias sociales.
   Según algunos jueces: "hay que denunciar los casos de malos tratos aunque estos sean mentira"; la ley dice: "si cualquier mujer emigrante denuncia malos tratos, obtendrá la nacionalidad automáticamente"; todos dicen: "las denuncias falsas contra los hombres no existen". Y dicen: "para que la mujer acceda a las mismas oportunidades que el hombre, deben concederles ventajas a ellas, en detrimento de las ventajas que pudiera tener cualquier varón." Y ésta es ya la norma. En todos los sentidos, y a todos los niveles. Mientras tanto los medios de comunicación se hicieron cargo de convencernos, al principio, de que la mujer puede hacer las mismas cosas que los hombres -y seguro que esto es así-, pero posteriormente, en estos momentos, ya no se conforman con eso, y surge a la vista de todos su auténtica ideología, sus arropadas intenciones, queríendonos convencer en la actualidad, que en realidad la mujer lo hace todo mejor que el varón. Es la confirmación de esa supuesta superioridad femenina sobre la masculina que aberrantemente proclaman.
Esa supuesta superioridad femenina está siendo argumentada por ciertos indicios nefastos como el asesinato de mujeres a manos de sus parejas masculinas. Es el argumento perfecto para ilustrar y ejemplificar la condición violenta y primitiva de los varones. Para ello no se cortan a la hora de incluir en esa lista a mujeres muertas en otros sucesos como suicidios consentidos, hay que engordar la lista como sea; y desde luego no reconocer los asesinatos de hombres a manos de sus parejas femeninas; un listado suprimido, ocultado, no difundido, para que sus argumentos extremistas sean más convincentes, pues según ellas son muy pocos los casos, y siempre se ejecutan en defensa propia. Es la pretensión de la sublimación de la naturaleza superior femenina. La mujer no emplea la violencia, a no ser que su vida esté en peligro. A todo esto se han empeñado, y lo han conseguido, denominar a este triste fenómeno "violencia de género"; es decir, que un género es el verdugo, el ejecutor de los asesinatos, y el otro género es siempre la víctima. Con la denominación "violencia de género" consagran la idea de hombre primitivo-maltratador, mujer evolucionada-víctima.
    No nos confundamos: para ellas, feministas radicales, todo el género masculino es básico, violento y primitivo, todas las pertenecientes al género femenino son complejas, pacíficas y evolucionadas. El futuro es de la mujer, proclaman. Decía Cristina Almeida a una madre enbarazada de un varón: "!qué lástima que sea niño, porque el futuro es de las niñas¡". El hombre, según ellas, ya no tiene futuro alguno. Se acabó la era oscura, violenta e impositiva; va a resurgir un nuevo mundo comandado por las mujeres de naturaleza superior.

Alephgaia